Y
nada más le vale
a
este Sol que sale,
que
verte reír,
verte
disfrutar;
que
verte feliz,
verte
olvidar.
Y
a mí tan sólo me vale
que
el Destino haga su presencia.
Aunque
carezco de paciencia
y
el tic-tac de las agujas me tienta,
aguantaré
lo que me venga,
porque
a mi sólo me vales tú.
Y
nada más me vale.
Me
quedo con esos momentos;
cuando
me coges de la mano,
cuando
sólo te miro y callo,
cuando
me abrazas en el salón,
cuando le echas de la habitación.
Y
siento,
que
florecen mis sentimientos,
mientras
se riegan los tuyos.
Y
aunque no sea tu último pensamiento al acostarte,
me
consuela ser lo primero que ves al despertarte.